¿Acaso esta luciernaga no pago su renta?

Niega tus anhelos
con una mirada firme
desde una duna.

Con la cabeza caliente
y tu lengua dividida
entre riberas de espinos.

Sé que tienes un callejon
sin techo
y paredes enanas.

Sé que hay un faro inpertinente
en ese desierto tuyo.

Sé que tu mirada
elude el tiempo,
los pasos
y las gafas.

Es esa suerte de dientes de marmol
que prensan el aliento
antes del amanecer;
y estas despierto
sin querer estarlo.

¿Acaso esta luciernaga no pago su renta?
¿acaso estas fauces del tiempo no redime al vivo?

iletrado y libre

No seré aquello que anhelas mostrar en el papel; seré esquivo. No te permitiré que me confundas con un maldito entre la multitud.

¿porqué?

porque no soy poeta, menos escritor.
ni logro acercarme a aficionado.
Me considero iletrado y libre.
Sé que no firmaré
dedicatoria alguna;
menos declamaré
en eventos eventuales.

Me sentaré en el ultimo asiento,
con el anhelo de ser silencio
en la multitud de rostros,
pero no abriré de asombro
mi boca
y aplaudiré con sinceridad una sola vez.

Captaré una idea,
pero no la haré mía
y me despediré de ella
como quien se despide
del tiempo.

Tal vez encuentre alguna musa,
pero tendrá que aburrirse de mi yugo
y se irá con el propio a mudarse
a otro escalón.

Retaré el sabor del pisco sin sal
en algún puente de este ajeno lugar,
mientras veo recorrer la inmundicia
que hoy te ahoga y desalienta.

Hoy es otro día.
Esta sed no será la misma
cuando amanezca el otro hoy;
será abyecto,
pero distinto.